Para hacer una infusión, esta se prepara con la corteza del encino, en proporción de 3 a 4 gramos de corteza en 100 mililitros de agua. Esta infusión ayuda a combatir varias enfermedades de la boca, especialmente las estomatitis y las amigdalitis o anginas catarrales, por su acción astringente, puede disminuir la congestión de las mucosas, lo mismo ocurre con la gingivitis, haciendo desaparecer las hemorragias. En las hematemesis o vómitos hemorrágicos causada por la ulcera del estómago o del duodeno, tomar este té también favorece a contrarrestar esta enfermedad, así como en las hemorragias intestinales que sobreviven en la último período de la fiebre tifoidea; o por la tuberculosis intestinal. En hemorragias que ocurren por la ruptura de los aneurismas de Rasmussen, también, ayuda en la tuberculosis pulmonar, y que provocan la expectoración sanguinolenta; también puede ser útil, por la acción astringente que ejerce en las mucosas disminuyendo la expectoración, haciendo desaparecer los estertores bronquios.
En las congestiones renales y aun en las nefritis, favorece a la diuresis y disminuye los edemas o hinchazones, esto es siempre que no haya complicaciones cardiacas.
La infusión de la corteza de encino, por el tanoino (ácido tánico) que contiene, es útil también en los casos de envenenamiento por alcaloides como la morfina, la atropina, la estricnina y otras, ya que produce la precipitación, siempre y cuando se ingiera inmediatamente después de la ingestión del veneno. La corteza puede utilizarse en estado fresco o seca, ya que el principio activo no se ve alterado.